Viajar en tren. Pues la verdad es que para mí es algo muy nuevo el ser consciente de que me gusta viajar en tren. Me encanta quedarme como un idiota mirando el paisaje. Igual también antes me gustaba viajar en coche por ese motivo, pero como desde que conduzco me gusta conducir a mí y no que me lleven pues es un placer que me pierdo.
Todo esto lo asumí como cierto hace algo más de un mes cuando volvía de Sevilla, tanto es así que me lie a hacer fotos como un poseso, o idiota, según gustos. Pero eso viene luego.
La cosa es que pensando sobre este tema se me ocurrió plasmarlo en esta bitácora mía e ilustrarlo con algunas fotos de otros tiempos.
Y como no podría ser de otra forma, qué mejor que empezar con el Interrail (y 2) que me pegué en julio de 2004 con Álvaro y Ángel.
Y son dos fotos muy representativas, la primera en la camareta del primer expresso italiano que tomábamos, donde pasamos la noche de camino a Roma y antes de descubrir que los asientos se abatían convirtiéndose en casi cómodos camastros.
Y la otra, de cuando por un despiste del señor que nos vendió los billetes en Sevilla nos quedamos tirados en la estación de Torino Porta Nuova:
Más fotos.
Ahora damos un saltito de un año hasta un viaje que me pegué entre Sevilla y Almería para pasar allí unos días con mis tíos y primos. Donde viví días muy buenos que igual cuento en algún momento.
El tema es que en ese viaje tuve ocasión de fotografiar cosas muy interesantes, como por ejemplo:
Otro salto de varios meses hasta un viaje en espresso entre Roma y Venezia para el carnaval, donde saque mi lado más vanidoso fruto del insomnio:
Un mes más y saltamos a uno de los viajes que recuerdo con más cariño, el fin de semana que me pegué a finales de Marzo en Florencia, pues bien, volviendo de allí, al amanecer en algún punto entre Florencia y Roma:
Y volviendo al viaje que inspiró este post empiezo a mostrar las fotos seleccionadas.
En primer lugar, un fantasma que se me apareció en el olivar:
Cosas veredes, amigo Sancho
—Mire vuestra merced —respondió Sancho— que aquellos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
—Bien parece —respondió don Quijote— que no estás cursado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo quítate de ahí, y ponte en oración en el espacio que yo voy a entrar con ellos en fiera y desigual batalla.
…
—Non fuyades, cobardes y viles criaturas, que un solo caballero es el que os acomete.
Cementera, cementera…. ahora espera:
Amasijo de cables al atardecer:
Oda a la burbuja inmobiliaria:
Pues yo trabajo en la segunda torre por la izquierda:
Pedí que me apagaran las luces del tren, pero no pudo ser, así que aquí queda esto:
Más fotos aquí.
En fin, esta es mi relación con los trenes, pues espero que os haya gustado.